viernes, 2 de noviembre de 2012

Filosofía a la carta

Algunos de los mejores chefs del país han abierto sucursales de sus negocios. Y antes eran exclusivos, pero ahora podés obtener por ejemplo delicias de Maru Botana o de Narda Lepes con delivery. Imaginarse comiendo un delivery en Belgrano de Il Gato, por ejemplo, no tiene precio. Eso sí que es nivel. Pero bueno, de ahí se puede ir variando porque están las casas de comidas rápidas tipo Mc Donalds que también se sumaron a la movida del verano y del delivery entonces se puede comer comida rápida, traída rápidamente por el delivery. Y no es que la “comida chatarra” sea fea. Por el contrario, de otro modo no sería tan popular. Es interesante analizar como la categoría y refinación ha pasado al ámbito culinario. No se trata ya de arte solamente, de Picasso, de Van Gauge, se trata de darle un toque de distinción al menú gastronómico como si eso enalteciera o refrendara cierto gusto o disposición por el estilo. Por aquello que es de clase y por oposición contra aquello que no lo es. De hecho, muchos de los sitios caros no ofrecen tal vez una comida más sabrosa que en el resto de los lugares. Pero tiene que ver con un sentido de pertenencia. Lo mismo que la ropa cara. Hay ropa que puede llegar a ser de mejor calidad y de mejor corte, pero no es sensiblemente más cara que el resto, sino que está a un nivel que muchos no pueden alcanzar, simulando ser un bien escaso, pero no por su imposibilidad de producción, más bien puesto que el mercado es acotado y en eso radica también el tema de la exclusividad. En que los otros no puedan alcanza o sólo unos pocos puedan alcanzar aquello que yo sí puedo, y eso me hace más original, más distinguido que el resto. Indica una pertenencia y una identificación ficticia o creada.